30 d’abr. 2012

¡No somos azules!


"Vivimos malos tiempos", es seguramente una de las frases más repetidas de la década. La apatía, la desconfianza y la tristeza se han instalado en nuestro día a día de tal forma que nuestra sociedad se ha convertido en la sociedad del miedo y la inseguridad.  Y ya se sabe: miedo y bienestar no combinan bien.
Parece pues que la esperanza ha desaparecido de nuestras vidas y que “cualquier tiempo pasado fue mejor”, incluso los hay que se atreven a decir que nos lo hemos buscado por arriesgar demasiado… pero resulta ya evidente que esta actitud no nos va a ayudar para nada.  De hecho nuestra tristeza y desmotivación son el combustible ideal de todos aquellos que aprovechan que no estamos en guardia para embestir y atacar sin ningún tipo de prejuicio aquello que tanto costó conseguir: nuestros derechos. Y nos están ganando la partida. Por eso debemos reaccionar.
Desde aquí reivindico pues nuestro derecho a ser optimistas, porque ahora más que nunca necesitamos una dosis de ilusión y esperanza inyectada directamente en vena para despertar de esta pesadilla de una vez. Y es que ya hemos comprobado que viendo la botella medio vacía no hemos llegado muy lejos.
Somos capaces de levantarnos y hacernos escuchar. Juntos podemos hacer que el mundo sea un lugar más justo y solidario, que no niegue la ayuda a quien la necesita de verdad ni convierta al rico en más rico y al pobre en más pobre. Un mundo menos líquido, más auténtico.
Porque así nos quieren, hundidos en nuestras miserias, abatidos y sin energía para reaccionar. Azules, tristes y sin aliento. No nos resignemos,  ¡no somos azules!

30 d’abr. 2012

¡No somos azules!


"Vivimos malos tiempos", es seguramente una de las frases más repetidas de la década. La apatía, la desconfianza y la tristeza se han instalado en nuestro día a día de tal forma que nuestra sociedad se ha convertido en la sociedad del miedo y la inseguridad.  Y ya se sabe: miedo y bienestar no combinan bien.
Parece pues que la esperanza ha desaparecido de nuestras vidas y que “cualquier tiempo pasado fue mejor”, incluso los hay que se atreven a decir que nos lo hemos buscado por arriesgar demasiado… pero resulta ya evidente que esta actitud no nos va a ayudar para nada.  De hecho nuestra tristeza y desmotivación son el combustible ideal de todos aquellos que aprovechan que no estamos en guardia para embestir y atacar sin ningún tipo de prejuicio aquello que tanto costó conseguir: nuestros derechos. Y nos están ganando la partida. Por eso debemos reaccionar.
Desde aquí reivindico pues nuestro derecho a ser optimistas, porque ahora más que nunca necesitamos una dosis de ilusión y esperanza inyectada directamente en vena para despertar de esta pesadilla de una vez. Y es que ya hemos comprobado que viendo la botella medio vacía no hemos llegado muy lejos.
Somos capaces de levantarnos y hacernos escuchar. Juntos podemos hacer que el mundo sea un lugar más justo y solidario, que no niegue la ayuda a quien la necesita de verdad ni convierta al rico en más rico y al pobre en más pobre. Un mundo menos líquido, más auténtico.
Porque así nos quieren, hundidos en nuestras miserias, abatidos y sin energía para reaccionar. Azules, tristes y sin aliento. No nos resignemos,  ¡no somos azules!